No te preocupes por ellos —le decía a Dios— porque todos son equivocaciones tuyas. Son los renglones torcidos, de cuando aprendiste a escribir. ¡Los pobres locos son tus faltas de ortografía!
Sinopsis
Alice Gould es ingresada en un sanatorio mental. En su delirio, cree ser una investigadora privada a cargo de un equipo de detectives dedicados a esclarecer complicados casos. Según una carta de su médico particular, la realidad es otra: su paranoica obsesión es atentar contra la vida de su marido. La extrema inteligencia de esta mujer y su actitud aparentemente normal confundirán a los médicos hasta el punto de no saber a ciencia cierta si Alice ha sido ingresada injustamente o en realidad padece un grave y peligroso trastorno psicológico.
Análisis crítico
Este libro es el típico clásico eternamente pendiente al que por fin le llega su momento y al que, después de leerlo, o bien colocas entre los libros que te encantan o bien destierras junto con los que odias.
Aunque pueda parecer que su lectura ha venido motivada por el reciente estreno de su película, la verdad es que decidí darle su turno mucho antes de saber esto, después de que mi compañera Cristina me lo regalara y lo calificara como una de sus novelas preferidas. Lo cierto es que (espero que ella no se enfade) no puedo darle tal galardón. De hecho, la verdad es que, lejos de considerarla una obra maestra, me cuesta considerarla una novela buena, al menos teniendo en cuenta a “La Novela” como se entiende hoy en día. Pero claro, esta obra se escribió hace más de cuarenta años, por lo que pienso que todo lo que de ella nos hace aguas hay que analizarlo con el contexto de su origen en mente.
Y ¿qué es lo que me hace aguas? Pues básicamente dos cosas:
i) la protagonista, que es tan pluscuamperfecta que no es verosímil. Lo tiene todo: guapa, inteligente, ágil, atenta, creativa y un largo etcétera que ha hecho que termine por verla como una petarda a la que me importaba un pepino lo que ocurriera. Por si fuera poco, no termina de parecerme suficiente el cambio que sufre a lo largo de la historia como para soportar a la misma.
ii) la trama. Sí, la trama. No me ha gustado nada como se nos presenta, con escenas que emergen de la nada y/o resultan inverosímiles, y con puntos de giro que van desde lo evidente y previsible a lo superfluo y redundante.
Dicho esto, es una obra que SÍ HAY QUE LEER por una larga lista de motivos de entre los que puedo destacar:
i) todas las tramas secundarias que, pese a tener menos incidencia en la trama principal de lo esperado, enriquecen mucho el microcosmos en el que se ve envuelta la protagonista.
ii) los diálogos, sobre todo aquellos en los que aún no te cae mal la protagonista, pues a ratos gusta “oírla”. Fuera bromas, están muy bien construidos y caracterizan bastante bien a los personajes.
iii) el simple hecho de que el autor se internara en un psiquiátrico para documentarse antes de escribirla (quién hacía eso en aquellos tiempos), lo que se traduce en que muchas de las líneas tendrán una gran cantidad de vivencias reales.
iv) porque, en el fondo, es una buena idea que, aunque hoy en día pueda pensarse que está mal ejecutada, seguramente en su día esto no era así.